miércoles, 29 de agosto de 2012

EL PODER DE LA MENTE Y LAS PALABRAS






No se puede negar lo divertido, practico y conveniente que sería habitar un mundo regido por las leyes fantásticas que solo unos cerebros muy poco acostumbrados al ejercicio de pensar pueden concebir, en esta oportunidad y escogiendo aleatoriamente en el basto océano de las ideas ridículas,  tenemos como protagonista aquella, según la cual pensar o pronunciar palabras tiene algún efecto mágico en el mundo real, auspiciada por hordas de infantes arrugados que buscan infructuosamente negar que lo que les contaban sus padres para hacerlos dormir  eran cuentos de hadas.

Según esta absurda teoría,  cuando alguien desea algo intensamente  y lo afirma con palabras, las probabilidades de éxito, se incrementan exponencialmente, en palabras más romanticonas y de la mano de Paulo Cohelo, sería algo así: “Cuando deseas alcanzar u obtener algo en la vida, el universo conspira para que lo logres” (jajajjajajajajja en fin…), por supuesto los estafadores están bien dispuestos a difundir estas ideas y a vender métodos “infalibles” de éxito, tales como el librito de pacotilla que tiene por título EL SECRETO, que afirma que la ley de atracción (no la descrita por Newton) se encargara de realizar cualquier cometido siempre y cuando sus lectores sigan al pie de la letra una serie de consejos de los que se puede deducir que el secreto no es otro que ¿Cómo engañar idiotas sin que estos se den por enterado?.

¿Cuál es el problema de este tipo de creencia? Bueno además de que la gente que la práctica se vea estúpida, está el inconveniente del engaño, que no debe ser aceptado bajo ninguna circunstancia. Cuando los mamarrachos que propugnan estas sandeces, les dicen a  personas desesperadas que lo único que necesitan para cambiar sus vidas o salir de determinadas situaciones difíciles es tener una actitud positiva y desear las cosas con convicción, están faltándole a la verdad y en definitiva lo único que van a lograr es retrasar un proceso mucho más efectivo  que se funde en hechos y no en el estrés totalmente innecesario de estar repitiendo ridículos  mantras mentales que por sus esencias mágicas no tienen ninguna incidencia en el mundo real.

Socialmente es irresponsable e inaceptable que se le diga  a las personas que si no tienen lo que quieren es porque no han sabido pedirlo o quien sabe que otro tipo de insensatez, pues los condenan a enfocar sus energías en prácticas irrelevantes  que tienen un costo general inconmensurable en términos de lo que se pierde por no construir desde el plano real, esto sin mencionar la nefasta relación entre un consumismo enfermizo que engaña a las personas plantandoles  la idea de que el éxito o la felicidad son sinónimos de  acumulación de  bienes suntuosos y las maguferias (termino no oficial para referirse a las pseudociencias) en cuestión, que buscan garantizarle con mucho descaro a sus  adeptos que obtendrán la costosa basura que desean y no cosas realmente valiosas como por ejemplo ser libres.

De ninguna manera se pretende desvirtuar el poder real de la mente (generar ideas) y de las palabras (transmitirlas), solo no se debe olvidar que si los ejercicios mencionados, no están acompañados de la acción, las probabilidades de que suceda lo pensado o hablado son nulas, en términos sencillos; una persona puede desear con mucha intensidad y decir constantemente que este año por fin va a tener el cuerpo que desea (solo por poner un ejemplo) si no empieza a hacer ejercicio y a variar su dieta no lo va a lograr, ahora pensándolo al revés,  la misma persona  dice y piensa que va a ser imposible cambiar  su figura, pero varia por completo sus hábitos alimenticios y comienza una intensa rutina de ejercicios… en definitiva no hay ninguna correlación entre lo que se piensa o se dice y lo que realmente se obtiene, si no hay coherencia con las acciones,  es muy difícil  distinguir una buena intención de una mala, si simplemente se queda en intención, pues hasta ahora nadie ha muerto porque otra persona lo desee, de ser así los presidentes estarían felices de poder ahorrar todo el dinero que gastan en municiones.

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