jueves, 31 de marzo de 2011

El Amor



Alguna vez escuche una historia que atribuía gran parte del éxito de los manchúes en derrocar la dinastía ming, al gran amor que sentía uno de los generales encargado de cuidar una de las puertas principales de la muralla por su esposa, que había sido raptada por los integrantes de la futura dinastía Quing. Según lo que recuerdo del relato un día sin ninguna explicación los invasores ofrecieron devolver  la doncella y cuando  la puerta se abrió para permitir tan anhelado reencuentro, no solo entro la princesa,  sino también una horda de bárbaros que al parecer se emocionaron tanto con la romántica escena que decidieron teñirlo todo del color de tan hermoso sentimiento, a costa de la sangre de miles de soldados, civiles y por supuesto el par de tortolos. De  esa manera, con una  danza de cabezas voladoras auspiciada por el amor, se había perdido un imperio.

¿Realmente ocurrió? Casi con toda seguridad no, o por lo menos no de esa manera, lo que si muestra el relato es lo irracional que se puede llegar a ser, cuando las mortíferas  flechas de Cupido han acertado su blanco.  Imagino que muchas personas  tildarían esta historia como bella o conmovedora  y no como estúpida o egoísta (mejor ambas) pues  ¿porque dejar a la cabeza aquello que es del corazón? Bueno, precisamente porque todo lo que las personas  sienten cuando manifiestan estar enamoradas sucede en la cabeza y no en el corazón, ya que  es en el cerebro donde se producen las sustancias como la oxitocina y dopamina, que son las responsables de las sensaciones inherentes al enamoramiento, tales  como aceleración del ritmo cardiaco, excitación, cosquillas en el estomago etc. De esta manera el amor en sus primeras facetas es muy similar a estar drogado y los cambios en esas facetas dependerán en gran medida  de  las concentraciones de oxitocina que tengan las personas, es esta la razón por la cual algunos individuos suelen enamorarse por periodos más largos que otros, obviamente también influyen otros factores como la empatía, la confianza, los gustos tanto conscientes como subconscientes  entre muchos otros.

Hay quienes afirman que este amor pasional tiene una duración de  entre tres y cinco años, el tiempo suficiente para encontrar una pareja, fecundar y llevar la cría a un estado donde sea menos vulnerable (evolutivamente hablando) y si, ya se que habrán muchos romanticones pensando que eso no es cierto, que conocen parejas que han durado mucho más de ese tiempo enamoradas y que siguen juntos, la cuestión es ¿sienten estas personas las mismas cosas que sentían al principio? Y con esto quiero concluir que el amor pasional tarde o temprano se pierde, después quedan otras cosas como el sentirse seguro, compartir metas, conocer a la otra persona, las vivencias y como no, la muy aburridora pero todopoderosa costumbre.

Con lo planteado anteriormente de ninguna manera quiero ser para el amor  lo que el Grinch para la navidad, solo quiero dar una dimensión un poco mas real a ese sentimiento que prácticamente todos tendremos al menos una vez en nuestras vidas y por ahí derecho desmitificar algunas ideas ridículas al respecto, como por ejemplo el alma gemela, mejor conocida en el argot popular como la media naranja.  Este mito sugiere que en todo mundo hay una persona hecha totalmente a la medida de otra y si bien no tengo nada en contra de los mitos, no podría decir lo mismo respecto a quienes se los creen, pues  he escuchado a algunos trolls decir que encontraron su media naranja y por si fuera poco, que  la encontraron en la misma ciudad en la que nacieron, o en una muy cercana. De más de seis mil millones de habitantes con los que cuenta el planeta actualmente y de toda su extensión  territorial encontraron su pareja ideal al voltear la esquina, vaya que una idea tan fantasiosa no seria aceptada ni en la sala de edición de la revista  Ripley, pues si esta falacia fuera cierta, la probabilidad de encontrar a este ser, seria prácticamente inexistente. Por otro lado están aquellos que dicen, como una canción de vallenato (genero musical que en cuanto a cursilerías se lleva todos los galardones) sentir  el amor  mas  grande del planeta ¿Cómo se puede medir el amor para determinar que el de algún individuo es mas grande que el de otro? Y peor aun ¿Cómo se puede medir el amor de todas las personas en el globo y asegurar que el de una pareja especifica es superior? En lo que a mi respecta el amor mas grande del planeta solo puede existir en la cabeza mas estúpida del planeta (y esto también seria muy difícil de medir, pues hay  millones de aspirantes) y por ultimo esta la idea de que el amor solo ocurre una vez en la vida, lo que pasa con esto, es que la mayoría de las personas que se enamoraron ciegamente quedaron tan devastadas  que evitaran de ahí en adelante cualquier episodio parecido.

Personalmente pienso que enamorarse es mucho mas fácil de lo que las personas creen, solo basta con disfrutar buenos momentos y tener una buena química, es por eso que en la medida de lo posible se debe tratar de utilizar la cabeza antes de enamorarse perdidamente y con pocas posibilidades de una cura, de alguien que  probablemente podría  traer muchos mas inconvenientes que beneficios y si, con esto estoy diciendo que no creo en el amor a primera vista, creo que es un sentimiento que puede crecer con mucha facilidad y por eso, si no se  esta seguro mejor mantenerlo a raya, pues para el mismo también aplica algo que  en economía se denomina   inversión, entre mas tiempo, mas emociones y  mas recursos  se inviertan  en una persona mucho mas difícil será desprenderse  de ella.

 Si la gente fuera mas consciente de que el amor no es esa payasada que le muestran en las novelas o las películas, donde hay príncipes y princesas, que se enamoran solo una vez en la vida, que ostentan el amor mas grande del planeta y que a nadie podrán amar igual, tal vez habrían menos divorcios e infidelidades, pues si se cuenta con una buena pareja los sentimientos no se perderán, solo cambiaran por unos que aunque menos emocionantes y divertidos serán mas valiosos y difíciles de encontrar.

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